sábado, 18 de septiembre de 2010




Dicen que el land art, es el propósito artístico de alterar en alguna manera el suelo o la propia naturaleza desde ella misma, sin ir más lejos que el propósito estético o artístico.
Pero yo difiero, al geométrizar junto a la madre naturaleza, me convierto en un trazador de espacios, en un creador de espirales, que me permiten abrir nuevas vías geometrías en mí y en mi tiempo, las espirales se expanden y vibran e impregnan el aire, como yo lo impregno en mi vida diaria a través de mis palabras, de mis gestos, como cuando te escucho y mi silencio recoge tu vibración.
Es tan sencillo expandir, y tan extenso verbalizar; pero cuan complejo es cuidar ese verbo, no dañar a nadie con él, no incurrir en una invasión de espacio, no demoler las ilusiones de otro, no destruir las nuestras antes que empiecen a cobrar vía. Hay Dios, quien comprenda tus espirales, quien acceda a tus armónicos bucles del tiempo, quizá desde su inocencia, pueda y recoja, el flujo de los hechos cotidianos, que le permitan salir de sus nudos del alma, que le permitan extenderse, junto a los de los demás, como las hebras de un espacio continuo, tejen los pasillos de nuestras decisiones.

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